viernes, 26 de noviembre de 2010

Nadie Habla En Nombre De Haití... (V)

Algo nuevo agita el ambiente global. Motivadas por los cantos que dedicó el gran escritor clásico Homero a Haití, un conjunto de personalidades de diferentes ramas de las letras me han enviado sus escritos y otros me han concedido entrevistas; César Vallejo leyó mi blog y procedió a brindar sus declaraciones; con su tono intenso, humano, desparramo sus palabras hacia la sensibilidad de todas las almas realmente humanas.

César Vallejo Habla En Nombre De Haití...


Cesar Vallejo ¿Qué opinión ofrece sobre la tragedia haitiana?

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!

Pero esos golpes que refiere ¿como han afectado al hombre haitiano?

Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!

El dolor de ese pueblo se torna desesperante, la indiferencia no puede ser mayor...

Y desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.

Ese dolor que refiere siempre ha estado presente en la historia, no es algo nuevo, Haití simplemente lo sufre ¿o no?

Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tan cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!

Pero gran poeta del sentimiento de los pueblos y de su gente, algo hay que hacer, a alguien hay que gritar, no debe haber solo dolor y dolor.

Samain diría el aire es quieto y de una contenida tristeza.

Vallejo dice hoy la Muerte está soldando cada lindero a cada hebra
de cabello perdido, desde la cubeta de un frontal, donde hay algas,
toronjiles que cantan divinos almácigos en guardia, y versos antisépticos sin dueño.

Un enfermo lee La Prensa, como en facistol.
Otro está tendido palpitante, longirrostro,
cerca a estarlo sepulto.
Y yo advierto un hombro está en su sitio
todavía y casi queda listo tras de éste, el otro lado.


Hace años viajo a Haití, puede contarnos algún testimonio de sus amigos de puerto príncipe, la capital haitiana.


Todos han muerto. 

Murió doña Antonia, la ronca, que hacía pan barato en el burgo. Murió el cura Santiago, a quien placía le saludasen los jóvenes y las mozas, respondiéndoles a todos, indistintamente: «Buenos días, José! Buenos días, María!»
Murió aquella joven rubia, Carlota, dejando un hijito de meses, que luego también murió a los ocho días de la madre.
Murió mi tía Albina, que solía cantar tiempos y modos de heredad, en tanto cosía en los corredores, para Isidora, la criada de oficio, la honrosísima mujer.
Murió un viejo tuerto, su nombre no recuerdo, pero dormía al sol de la mañana, sentado ante la puerta del hojalatero de la esquina.
Murió Rayo, el perro de mi altura.
Murió Lucas, mi cuñado en la paz de las cinturas, de quien me acuerdo cuando llueve y no hay nadie en mi experiencia.
Murió el músico Méndez, alto y muy borracho, que solfeaba en su clarinete tocatas melancólicas, a cuyo articulado se dormían las gallinas de mi barrio, mucho antes de que el sol se fuese.

Todos han muerto. 

Gracias por responder nuestras pocas pero necesarias preguntas.
¿Unas palabras finales para nuestros lectores?

¡Y si después de tantas palabras,
no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!

¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,
no ya de eternidad,
sino de esas cosas sencillas, como estar
en la casa o ponerse a cavilar!
¡Y si luego encontramos,
de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros,
por el peine y las manchas del pañuelo!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo, desde luego!

Se dirá que tenemos
en uno de los ojos mucha pena
y también en el otro, mucha pena
y en los dos, cuando miran, mucha pena...
Entonces... ¡Claro!... Entonces... ¡ni palabra!


Silencio. Aquí se ha hecho ya de noche,
ya tras del cementerio se fue el sol;
aquí se está llorando a mil pupilas:
no vuelvas; ya murió mi corazón.
Silencio. Aquí ya todo está vestido
de dolor riguroso; y arde apenas,
como un mal kerosene, esta pasión.



Me uno conjuntamente con mis lectores, a su pedido de silencio, señor poeta.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Nadie Habla En Nombre De Haití... (IV)

Al ver mis entradas clamando por voces autorizadas que hablen en nombre de los  olvidados  haitianos, el más grande escritor clásico decidió dedicarar seis cantos imitando el título de mi serie...

Homero Habla En Nombre De Haití...



1 Canta, oh musa, la cólera desatada sobre Haití; cólera funesta que causó infinitos males a los haitianos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves — ¿cumplíase la voluntad de dios?—desde que se separaron disfrutando su libertad, oh! rey de hombres, divino poderoso.

8 ¿Cuál de los dioses generó tamaña desgracia entre estos pobres mortales? ¿O fueron fuerzas de imperios que generaron tanta indiferencia? Airados reyes de pueblos suscitaron en la infortunada nación, maligna peste y los hombres perecían por el ultraje que el imperio mayor infiriera al guía  de este. Porque  el, deseando redimir a su pueblo, habíase presentado en las polvorientas calles aquellas con un inmenso ataque y las ínfulas del sometedor nevado que pretendía desde su áureo cetro mantener oprobio en las manos ,fueron aplacadas; y a todos los haitianos, y particularmente a los dos otros líderes, caudillos de pueblos, así les suplicaba:

17 — ¡Haitianos valientes de hermosas tierras! Los reyes poseen olímpicos palacios;  permítanme guiarlos y así destruir la ciudad de los Príncipes y regresar felizmente a la patria nueva. Poned en libertad a mis hermanos y recibid el regalo supremo, promoviendo al hijo liberto, al disfrutador completo de la condición humana.

22 Todos aquellos aprobaron a voces que se respetase al hombre haitiano y se admitiera el espléndido logro; más el rey de imperios, a quien no plugo el acuerdo, les mandó funesto mensaje enhoramala con amenazador lenguaje:

26 —Que yo no te encuentre, caudillo, cerca de las cóncavas naves, ya porque demores tu partida, ya porque vuelvas luego; pues quizá no te valgan el cetro y las ínfulas del rey pero a aquéllos nacidos esclavos no los soltaré; antes les sobrevendrá la vejez en mi casa, detrás de rejas, lejos de su hogar o trabajando en el azúcar y compartiendo mi soberana decisión. Pero has de prepararte; me irritaste y para poder irte sano y salvo te doy a ti oh, Rebelado entre los hombres, la oportunidad de rendirte y servirme con juramento hasta que mueras.

33  Así dijo. El caudillo no sintió temor y obedeció el mandato de su corazón. Sin desplegar los labios, fuese por la orilla del estruendoso mar, y en tanto se alejaba, dirigía muchos ruegos al soberano pueblo, hijo de esclavitud, pensando en la hermosa libertad...

sábado, 20 de noviembre de 2010

Nadie Habla En Nombre De Haití... (III)


Sensibles almas trazando sendas en espacios tangibles; hiperestésicas esencias virtuales en afanes de ventura y luchadoras extasiadas por sentir el dolor ajeno ¡Ay! ¡Espíritus nobles contestadores del clamor que procura lo realmente humano! Trabajadores voluntarios de las aspiraciones que buscan bienestar. Contadores eternos de bellezas, naufragadores de maldades conglomeradas, removedores de miasmas sociales. Mi voz pegada al megáfono digital grita desesperada a sus oídos francos; mi garganta resquebraja el natural fluir de mis palabras que piden respuestas; mis ojos buscan la línea de sus miradas, mi mente se expande ante tantas preguntas ¿Por que la grande indiferencia ante la desgracia haitiana? ¿No impactan a sus corazones las imágenes de almas devastadas? ¿No levanta conciencia en sus espíritus los cuerpecitos mutilados de estos tiernos infantes?

La mujer grita enloquecida; la esclerótica de sus grandes ojos negros parecen faroles inmensos al contraste con su oscura piel; sus sangrantes manos rebuscan entre la nube de polvo que la rodea, trata de arrastrar algunos escombros, sin lograrlo; escucha gritos por todas partes y piensa lo peor, pero su instinto no la abandona y busca algún trozo de palo para hacer fuerza; limpia sus ojos y en ese momento hace conciencia del cosquilleo tibio que siente bajándole por debajo del brazo izquierdo, pero no se detiene; al fín consigue algo con que hacer palanca. Pero no tiene fuerzas, la pérdida abundante de sangre le da flojeras por todo el cuerpo; un escalofrió la deja sin respiro varios segundos. La mujer piensa que morirá sin sacar a su hijo de mil toneladas de concreto. No puede respirar, el polvo la ahoga, tose sin parar y en ocasiones escupe sangre coagulada. Pega los oídos en una y otra grieta pero no escucha nada. Quiere mirar entre ranuras pero todo esta oscuro como la noche, la misma que en unos minutos la arropará quitándole el último vestigio de esperanza. 

Un dolor indescriptible llena su pecho, lo siente hundirse constriñendo sus pulmones; el maldito polvo no se aleja, no hay viento que lo despeje; pone sus dos manos crispadas sobre su garganta, quiere respirar, quiere aire, aire limpio y de nuevo sus pensamientos se sitúan en su hijo; la mujer siente culpa, en un instante pensó en ella primero que en su hijo y no se lo perdona. Se deja caer bruscamente pero no siente el golpe, y en un momento de tranquilidad, de quietud, es bañada por la impotencia. Su hijo, su hijito de carbón no había conocido la vida ¡Cuanto trabajo para criarlo como pudo! ¡Sólo ella sabe lo que es tener que dejarlo en la casa, encontrarlo sentado desnudo en el suelo y día a día al finalizar la tarde alimentarlo con un trozo de pan vació! ¡Sólo ella sabe lo que significa vivir a pecho abierto el dolor de los dos! Y hoy, en diez segundos de temible tragedia lo ha perdido todo. 

La mujer ya no piensa, su cabeza gira de lado cubriendo parte de una mancha roja que se escurre entre los escombros; escucha voces que le parecen lejanas, no le importa qué dicen, sólo las escucha. Una voz masculina corre hacia donde ella está tirada, se aproxima a esta y dice: ¡vengan rápido, creo que escuché otro niño gritar! Los demás hombres se apresuraron en llegar; por ahí lo escucho, dijo señalando con el dedo hacia un hueco. Al acercarse vieron el cuerpo de la mujer; se oye la voz de uno que ordena: ustedes dos, quítenla del medio que hay que mover mucho peso. Dos hombres descamisados, dejando ver sus delgados pero musculosos abdómenes, tomaron el cuerpo y balanceándolo tres veces, lo lanzaron como basura hacia la polvorienta calle.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Nadie Habla En Nombre De Haití... (II)

                      
Los teóricos de la situación haitiana no paran de opinar y lo que más me asombra es que quieren descargar en el tímido Estado haitiano la responsabilidad de su desarrollo. Siguen diciendo que la falta de institucionalidad, que la falta de seguridad, que la mala administración de los recursos y un larguísimo etc. son causas de la extrema pobreza de su población. 


La realidad de Haití en números antes del terremoto habla sin necesidad de análisis. 

Hace meses leí en un periódico digital de Venezuela algunas cifras que dicen del verdadero terror en que vive la gente en ese pequeño espacio geográfico; de unas 8.320.000 personas, un número tan alto como 6, 400,000 de estas no tiene trabajo estable, y casi el 90 por ciento, poco más de 7, 000,000, no tienen acceso mínimo a la salud, si seguimos buscando datos encontramos que mas de 3, 500,000 niños no asisten a escuelas...

Las condiciones de vida y salud no necesitan explicación: 47 de cada cien personas tiene desnutrición crónica, y de estos, los que sobreviven, el  60 por ciento muere de sida, que por cierto, en veinte años, entre 1981 y 2001 murieron mas de 300 mil por esta enfermedad, unas 15 mil personas por año, casi 45 personas por día. El 90 por ciento de los infantes tiene parásitos intestinales y más del 60 por ciento no están vacunados.

El ingreso es tan bajo que linda lo impensable, menos de un dólar al día y según reportajes que he visto, una parte de la población suple su alimento con una galleta hecha de lodo, manteca vegetal y un poco de sal. De ahí que la esperanza de vida de su población sea menor a los 54 años, según wikipedia, la mortalidad infantil es de 72 por mil nacidos. El 98 y ocho por ciento del territorio esta deforestado, gracias a que la casi totalidad de la población no conoce otro combustible que la leña.

Con esta centenaria realidad, un conglomerado humano no tiene posibilidad de conformar un estado viable; por eso decimos que los estados industrializados deben motorizar esa economía y a la par realizar un proceso de saneamiento humano, invertir en los niños haitianos, en la mujer haitiana, en el hombre haitiano, en la fácilmente saneable ecología haitiana, convertir a Haití en un centro agrícola y ganadero en donde la mano de obra adulta haitiana se gane el sustento de los infelices sin futuro niños haitianos. La producción es creadora, es la muestra social de la capacidad de moldeo del ser humano de la naturaleza que lo rodea; forjemos al haitiano creador, pongámoslo a trabajar; el trabajo es un dignificador de la condición humana, dignifiquemos la sociedad haitiana.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Nadie Habla En Nombre De Haití... (I)

 

Hace muchos años que escucho sobre el tema Haitiano explicaciones históricas bien estructuradas del por qué de la situación de espantosa miseria de su población. A menudo escucho decir que se debe invertir para que los haitianos eleven su nivel educativo y así en la llamada nueva sociedad del conocimiento puedan tener un rinconcito donde empotrarse; he escuchado propuestas que hablan hasta de un fideicomiso y cosas por el estilo. Voces clamando porque los organismos internacionales (no siempre me gusta llamarlos así) tienen que poner en su agenda al atezado y fronterizo caribeño. 

Medios de comunicación considerados globales en los momentos en que Haití efímeramente se pone de moda -casi siempre por alguna desgracia- brindan al espectador las más agobiantes escenas de un conglomerado humano abrumado por el deseo de subsistir. Un día llegó lo que esperábamos todos, la tragedia natural, pero más inmensa de lo imaginable; suponíamos un huracán que arrasaría toda la región oeste de mi isla, con lluvias torrenciales inundando las poblaciones que los periodistas internacionales insisten en llamarles ciudades. El huracán no llegó… por ahora; lo que si asaltó a Haití fué el terremoto de enero.

La cantidad de cadáveres no podía ser mayor, mas de 300 mil muertos en pocos segundos sin tomar en cuenta los decenas de miles de amputados, inutilizados, etc. Pero ningún estado, ni organismo internacional, ni extraterrestre, siendo coherentes con ellos mismos, jugo su papel y de nuevo el olvido. Todos sabíamos que en un país que no tiene acueducto, sistema de alcantarillado cloacal, ni pluvial, y con cientos de miles de muertos aplastados bajo escombros y otros tirados como desechos animales en tenebrosas fosas comunes, la posibilidad de epidemias crecía hasta considerarse un hecho inevitable y nadie, nadie actuó.

La sangre de la gente que no tiene voz a nadie parece dolerle. Los adoloridos gemidos de decenas de miles de niños sin padres, sin familias, a nadie parece dolerle. Los agrietados llantos de estómagos inocentes llenos de aire a nadie parece dolerle. Los ojos saltones de los crios famélicos a nadie parece dolerle. Los cadáveres putrefactos de los niños haitianos dejados al aire en las polvorientas y enlodadas calles a nadie parece dolerle.

Y llego el cólera atemorizando a todos. Cuan vÍvido se mantiene en mi mente todo el aparataje internacional por la llamada gripe porcina, luego conocida como A(H1N1), como afectaba a determinados países paso a llamarse la primera pandemia del siglo XXI y se dedicaron organizadamente programas internacionales de prevención y todo aquello. Llegan a mi mente las frescas imágenes de los mineros de chile y la presencia permanente de la prensa internacional manejando las emociones de cientos de millones de personas; claro, que nadie se pierda en el limbo, con este caso los medios ganaron millones…

Haití ocupa la parte oeste de la isla de Santo Domingo, en el este se encuentra mi país, la Republica Dominicana; como se puede apreciar en la imagen que encabeza este post, la forma singular de Haití con sus dos grandes penínsulas  permite un facilísimo mercado marítimo y aéreo. La agricultura puede ser ricamente explotada, donde los productos agrícolas generados por grandes sembradíos pueden ser transportados sin dificultad, pues el mar esta cerquita por todas partes.

El río mas grande de la isla, el artibonito con cerca de 400 Km., nace en las montañas mas altas del lado dominicano, y luego recorre su mayor trayecto en Haití; no es difícil el agua y la calidad de la tierra no amerita elogios. Pongamos a los haitianos de poco conocimiento a producir la tierra, convirtamos a una parte de esa población en obreros agrícolas, que las multinacionales hagan riqueza y que esta se reproduzca; hay por donde iniciar. 

Menos palabras, menos ideas, total, los países desarrollados saben bien como hacer negocio ¡que lo hagan! Porque ¿Qué quieren los haitianos? Comer ¿Cómo ponemos a comer a  los haitianos? Con trabajo. Pero cuanta teoría. Dispongamos de dinero para sanear Haití ¿Cuánto? No nos pongamos chupete en la boca que somos grandecitos, los países industrializados saben ipso facto cuanto necesitan y cómo lo necesitan y si sumamos a esto que saben como retornarlo, las palabras habladas durante décadas se quedan como palabras.          

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Sortilegio...


Algunos recuerdos marcan significativamente el alma, por ser como son, huellas hermosamente petrificadas; fósiles que se prestan a su redescubrimiento y estudio. Esas excavaciones del espiritu en su mayor parte son autorrealizadas, contienen un disfrute indescriptible para las palabras, miel deliciosa para el oído interno, susurros sensitivos que levitan estados anímicos; armonías que  como caricias excitan la piel que en relajante erizo nos transportan a estadios astrales… y  ayer, lo abstracto me arrebató, de un tirón enigmático me conformó: y fuí persona por un instante…

Eran los inicios de la  semana santa del año 1984, cuando deseos adolescentes describían mis aspiraciones y las ironías de las realidades no habían aplastado la ilusión ingenua de los maravillosos dieciséis; una vecina llegó a mi casa pidiéndome que por favor le cuidara su vivienda, pues se iría al día siguiente para su pueblo de nacimiento y acepté gustoso; la idea de pasar la semana santa viendo televisión en su hogar me dominaba, estaba interesado en ver una serie científica que desde hacía más o menos quince días  anunciaban pomposamente y según la publicidad había roto récord de audiencia en el mundo occidental. Yo, apasionado de la física desde el último año de la primaria, no podía tener una oportunidad mejor.

Y sucedió. Pero mucho más de lo que esperaba; la serie transcurría día a día a las ocho de la noche y yo sentía un despertar indecible, un estremecimiento que me llevaba a un temor que al pasar los tiempos cristalizó. Carl Sagan estaba ahí, explicando, describiendo, divulgando… y yo absorto.  La belleza del universo se hizo ciencia a mis ojos ¿puedo decir lo que sucedió en mi interior? ¿Existen palabras para expresarlo? Imposible, los idiomas son finitos. “Puso el universo al alcance de todos” decía un periódico local.

Lo que hacemos y lo que pensamos en el transcurso de nuestra vida  nos conforma. Los iconos aparecen y sirven como paradigmas.

Ayer se cumplió el año setenta y seis del nacimiento de Carl Sagan. Muchos pueden decir más de él que lo que yo puedo escribir en un pequeño rinconcito del espacio virtual. Pero nadie puede decir como yo lo que significó para mí ver su documental Cosmos (años después supe que llego tardíamente al país)  y si mi imaginación no me traiciona y sin tener ninguna muestra a mano que lo avale, solo el aspecto emocional que en este momento me abruma, puedo inferir que millones de jóvenes pertenecientes a países de nivel económico similar al de mi media isla fueron afectados positivamente por las clarificadoras palabras sobre ciencia expuestas por Carl Sagan.

Que grande fuiste; que grande eres.