A Raíz del Triunfo en la Copa Mundial el 19 de Marzo de la Selección Dominicana de Béisbol, Deporte Rey en Nuestro País, El Brillante Escritor e Intelectual Marcio Veloz Maggiolo Publicó en Su Columna El Correr de los Días de un Diario Local esta Belleza de Artículo.
Fernando Rodney
El relevista FernandoRodney, de la selección dominicana de béisbol campeona mundial de esa
disciplina, tal vez sin saberlo, echó mano de la tradición dominicana surgida
de viejas modalidades de las diferentes culturas que han conformado nuestra
personalidad como país. Aunque el país dominicano derivó hacia el mangú parte
de su identidad, fueron la flecha; y el plátano aun con su cáscara, los que
representaron una vieja historia llegada del mundo precolombino y luego del
África occidental, de donde vienen los predecesores raciales del pitcher
dominicano.
Los dominicanos sentimos
que la identificación con la historia, es, además de cultural, sentimental. Nos
sentimos ligados a nuestros ancestros cuando éstos se han afincado como algo
propio y capaz de darnos suficiente orgullo para exhibir una parte de la
identidad cultural, y desde luego, nacional.
La flecha imaginaria
lanzada por Rodney al viento, al cielo, hacia un lucero, o hacia una ondeante
bandera oculta entre nubes, ha tenido una interpretación para cada dominicano.
Como un misterioso e invisible poema el arco y la flecha son un arma y un
instrumento. Arma, cuando se lucha contra un enemigo esta vez supuesto-, e
instrumento, cuando el hombre busca en la cacería cobrar la presa a distancia,
sin tener que arriesgarse.
De los primeros grupos
armados con arcos y flechas en las Antillas precolombinas recordamos a los
ciguayos de las sierras y las costas de la isla de Samaná, tierra donde nació
Rodney. Según Bernardo Vega el llamado Golfo de las Flechas, responde a otro
punto samanense de nuestra geografía que
no es propiamente la bahía sino el norte
de lo que era la isla así llamada. Allí
vieron los españoles las primeras flechas, el primer arco americano, y
recibieron las primeras punzadas
cuando sintieron en las nalgas
los ataques de rebeldes que rechazaron, a la vez, con el mismo gesto de Rodney,
a los que consideraban enemigos como Fernando Rodney los consideraba de manera
simbólica no antes de la guerra deportiva, sino luego.
La tradición samanense del
arco y la flecha parece reverdecer con el gesto de flechar los cielos,
gesto al cual todos los dominicanos nos
unimos. Las dos raíces, la cocola y la africana, parecen fundirse en un gesto
caguayo, deportivo que a la vez, porque es también mestizo, mulato, parece
identitario y patriótico. Por algo Fernando Rodney nació en Samaná, y carga en
su vida con la tradición marinera de un pueblo de personalidad propia que tiene
la voz libertaria que asoma entre el mar y las montañas.
La otra tradición, la del
plátano llamado “quimbo” en lenguas del Congo, oriundo de África al través de
Canarias, completa en Fernando la imagen bélica-deportiva. El creciente grupo
de fanáticos deportivos que desde los primeros días del campeonato mundial de
béisbol entendió el mensaje del formidable lanzador, fue creciendo hasta
convertir el plátano en signo bélico, y
darle un sentido mayor representado por
el del mangú afro-dominicano. Junto a las referencias al condumio local
llegaron mucho antes las denominaciones del machete como quimbo, palabra que se
daba en Cuba cuando era arma usada en la manigua, y que los soldados aplicaban
al instrumento de trabajo convertido en arma de guerra. El uso de la palabra quimbo formó parte de una nueva concepción antillana
en la isla de Santo Domingo, donde la migración cubana fue siempre numerosa en
el siglo XIX, y el machete tiene su historia de trabajo y lucha social. Pero en
vez del machete fue ya un arma con pólvora en las entrañas. Entre nuestros
militares de campaña, entre nuestros alcaldes pedáneos, entre nuestros usuarios
civiles munidos de fama y valor, el revólver de gran tamaño, pasó a llamarse
igualmente quimbo.
En el momento en el que
Rodney se colocó el plátano en la cintura frente a millones de observadores
gozaban frente al televisor, asumió sin darse cuenta una heroica tradición
bélica de las Antillas. Fijó gestos que no son inventos de la imaginación, sino
supervivencias explicables.
Las viejas herencias,
costumbres e identidades escondidas, emergen un día, están de algún modo
sumergidas, entonces comprendemos que debajo de las yaguas del pasado, hay
grandes alacranes que nos explican cómo hemos vivido, entre picadas y momentos
de vida; muerte, deportes y cotidianos hechos, que son al parecer de poca
importancia pero que representan formas vivas del pasado, El triunfo, sea
deportivo o libertario, resucita el pasado y proporciona un nuevo sentido a la
historia cotidiana que se manifiesta como si se escondiese hasta que un gesto
simple la convirtiera en expresión de momentos de pasión.