miércoles, 15 de mayo de 2013

Mentira Política vs Política De Mentiras...


Articulo escrito por Héctor Rodríguez Cruz y publicado en un diario local de mi país.




EL ARTE DE LA MENTIRA POLÍTICA

La mentira política no se improvisa. Se calcula, se cultiva, se destila y se sopesa. Tiene sus reglas. Es un arte sabio, útil y bello. Así lo expresa, desde la sátira, el escritor irlandés Jonathan Swift en su obra "El Arte de la Mentira Política", escrita en 1712 , y de la cual se puede colegir que las mentiras políticas de hoy se parecen mucho a las del pasado. El arte de la mentira política o pseudología, expresa el autor, es el "arte de hacer creer al pueblo falsedades saludables con vista a un buen fin". El buen fin, sin embargo, no se refiere a lo absolutamente bueno, sino a lo que le parezca al que tiene como profesión el arte de la mentira política. Aunque el texto trata de los políticos mentirosos de su época, sus enseñanzas pueden considerarse universales y atemporales.

El texto afirma que el pueblo no tiene ningún derecho a la verdad política, ni puede pretender ser instruido en la verdad de la práctica del gobierno. El derecho a inventar y difundir mentiras políticas, existe, en parte, en el pueblo, según sean sus capacidades, sus títulos, sus cargos y sus oficios. Clasifica las mentiras políticas en diferentes clases y ofrece "preceptos relativos a los medios para inventar, difundir y multiplicar los diferentes tipos de mentira". Comienza por los chismes y los libelos difamatorios que atacan la reputación de los que ostentan el poder. A la mentira calumniosa o difamatoria, el autor suma otros dos tipos: la mentira por aumento y la mentira por traslación. La primera consiste en atribuir a un gran personaje mayor reputación que la que le pertenece. La mentira de traslación transfiere el mérito de una buena acción a otro. Refiere también las mentiras de promesas, de las cuales hay cargamentos enteros en tiempos de elecciones.

Según el texto, para los que mientan demasiado o mientan mal, el partido acordará someterlo a decir sólo lo que sea verdadero durante tres meses; esto le retornará el derecho a mentir de nuevo con absoluta impunidad. ¡ Pocos son capaces de cumplir con esta medida terapéutica! El autor condena la extravagancia de los partidos por tener entre sus filas, con el propósito de que difundan mentiras, "a los hombres más viles y a los genios más miserables". Propone reunir en una sola sociedad las pequeñas asociaciones de mentirosos. Esta sociedad deberá estar compuesta por los jefes de cada partido. Recomienda a los jefes de partido que "no se crean sus propias mentiras".

Al decir de Jean-Jacques Courtine, quien escribiera la introducción de la segunda edición del 2009, "en el siglo XX la mentira entró en la fase de producción y del consumo masivo, es hoy día electrónica, instantánea, global; el producto de una organización racional y de una rigurosa división del trabajo. "Un artículo estandarizado y uniforme es elaborado por disciplinados grupos de trabajadores". Nuestra época ha sido el siglo de oro de la mentira política, y también la del desenmascaramiento y del debate de la misma. Al final de la obra , el mismo Swift dirá: "La verdad, aunque a veces tarde, termina prevaleciendo".

Y hablando de la mentira política en nuestro país, no sería justo colocar a toda la clase política "en el mismo costal". Es cierto que son muchos los que "no ejercen el arte de la mentira política", pero quizá sean más los que han hecho de la misma su profesión. Es sorprendente ver cuántas mentiras, engaños y triquiñuelas -no sólo políticos- sino también económicos, educativos, laborales, comerciales , legislativos , culturales, sociales y tecnológicos se pretende hacer creer al pueblo, muchas veces en nombre de la democracia; más bien, traicionando la democracia. Reconociendo que existen las excepciones, en la política dominicana hay muchos "artistas de la mentira política", con sus propias fábricas de mentiras y sus propios andamiajes para difundirlas, pero desgraciadamente para ellos, el pueblo sabe reconocer y apreciar también el "arte de la verdad política". ¡Y habrá de pedir cuentas a los mentirosos políticos en nombre éste!

martes, 9 de abril de 2013

La Flecha...

A Raíz del Triunfo en la Copa Mundial el 19 de Marzo de la Selección Dominicana de Béisbol, Deporte Rey en Nuestro País, El Brillante Escritor e Intelectual Marcio Veloz Maggiolo Publicó en Su Columna El Correr de los Días de un Diario Local esta Belleza de Artículo.



Fernando Rodney

El relevista FernandoRodney, de la selección dominicana de béisbol campeona mundial de esa disciplina, tal vez sin saberlo, echó mano de la tradición dominicana surgida de viejas modalidades de las diferentes culturas que han conformado nuestra personalidad como país. Aunque el país dominicano derivó hacia el mangú parte de su identidad, fueron la flecha; y el plátano aun con su cáscara, los que representaron una vieja historia llegada del mundo precolombino y luego del África occidental, de donde vienen los predecesores raciales del pitcher dominicano.

Los dominicanos sentimos que la identificación con la historia, es, además de cultural, sentimental. Nos sentimos ligados a nuestros ancestros cuando éstos se han afincado como algo propio y capaz de darnos suficiente orgullo para exhibir una parte de la identidad cultural, y desde luego, nacional.

La flecha imaginaria lanzada por Rodney al viento, al cielo, hacia un lucero, o hacia una ondeante bandera oculta entre nubes, ha tenido una interpretación para cada dominicano. Como un misterioso e invisible poema el arco y la flecha son un arma y un instrumento. Arma, cuando se lucha contra un enemigo esta vez supuesto-, e instrumento, cuando el hombre busca en la cacería cobrar la presa a distancia, sin tener que arriesgarse.

De los primeros grupos armados con arcos y flechas en las Antillas precolombinas recordamos a los ciguayos de las sierras y las costas de la isla de Samaná, tierra donde nació Rodney. Según Bernardo Vega el llamado Golfo de las Flechas, responde a otro punto samanense  de nuestra geografía que no es propiamente la bahía  sino el norte de lo que era la isla así llamada.  Allí vieron los españoles las primeras flechas, el primer arco americano, y recibieron las primeras punzadas  cuando  sintieron en las nalgas los ataques de rebeldes que rechazaron, a la vez, con el mismo gesto de Rodney, a los que consideraban enemigos como Fernando Rodney los consideraba de manera simbólica no antes de la guerra deportiva, sino luego.

La tradición samanense del arco y la flecha parece reverdecer con el gesto de flechar los cielos, gesto  al cual todos los dominicanos nos unimos. Las dos raíces, la cocola y la africana, parecen fundirse en un gesto caguayo, deportivo que a la vez, porque es también mestizo, mulato, parece identitario y patriótico. Por algo Fernando Rodney nació en Samaná, y carga en su vida con la tradición marinera de un pueblo de personalidad propia que tiene la voz libertaria que asoma entre el mar y las montañas.

La otra tradición, la del plátano llamado “quimbo” en lenguas del Congo, oriundo de África al través de Canarias, completa en Fernando la imagen bélica-deportiva. El creciente grupo de fanáticos deportivos que desde los primeros días del campeonato mundial de béisbol entendió el mensaje del formidable lanzador, fue creciendo hasta convertir el plátano en  signo bélico, y darle un sentido mayor representado por  el del mangú afro-dominicano. Junto a las referencias al condumio local llegaron mucho antes las denominaciones del machete como quimbo, palabra que se daba en Cuba cuando era arma usada en la manigua, y que los soldados aplicaban al instrumento de trabajo convertido en arma de guerra.  El uso de la palabra quimbo  formó parte de una nueva concepción antillana en la isla de Santo Domingo, donde la migración cubana fue siempre numerosa en el siglo XIX, y el machete tiene su historia de trabajo y lucha social. Pero en vez del machete fue ya un arma con pólvora en las entrañas. Entre nuestros militares de campaña, entre nuestros alcaldes pedáneos, entre nuestros usuarios civiles munidos de fama y valor, el revólver de gran tamaño, pasó a llamarse igualmente quimbo.

En el momento en el que Rodney se colocó el plátano en la cintura frente a millones de observadores gozaban frente al televisor, asumió sin darse cuenta una heroica tradición bélica de las Antillas. Fijó gestos que no son inventos de la imaginación, sino supervivencias explicables.

Las viejas herencias, costumbres e identidades escondidas, emergen un día, están de algún modo sumergidas, entonces comprendemos que debajo de las yaguas del pasado, hay grandes alacranes que nos explican cómo hemos vivido, entre picadas y momentos de vida; muerte, deportes y cotidianos hechos, que son al parecer de poca importancia pero que representan formas vivas del pasado, El triunfo, sea deportivo o libertario, resucita el pasado y proporciona un nuevo sentido a la historia cotidiana que se manifiesta como si se escondiese hasta que un gesto simple la convirtiera en expresión de momentos de pasión.