martes, 9 de abril de 2013

La Flecha...

A Raíz del Triunfo en la Copa Mundial el 19 de Marzo de la Selección Dominicana de Béisbol, Deporte Rey en Nuestro País, El Brillante Escritor e Intelectual Marcio Veloz Maggiolo Publicó en Su Columna El Correr de los Días de un Diario Local esta Belleza de Artículo.



Fernando Rodney

El relevista FernandoRodney, de la selección dominicana de béisbol campeona mundial de esa disciplina, tal vez sin saberlo, echó mano de la tradición dominicana surgida de viejas modalidades de las diferentes culturas que han conformado nuestra personalidad como país. Aunque el país dominicano derivó hacia el mangú parte de su identidad, fueron la flecha; y el plátano aun con su cáscara, los que representaron una vieja historia llegada del mundo precolombino y luego del África occidental, de donde vienen los predecesores raciales del pitcher dominicano.

Los dominicanos sentimos que la identificación con la historia, es, además de cultural, sentimental. Nos sentimos ligados a nuestros ancestros cuando éstos se han afincado como algo propio y capaz de darnos suficiente orgullo para exhibir una parte de la identidad cultural, y desde luego, nacional.

La flecha imaginaria lanzada por Rodney al viento, al cielo, hacia un lucero, o hacia una ondeante bandera oculta entre nubes, ha tenido una interpretación para cada dominicano. Como un misterioso e invisible poema el arco y la flecha son un arma y un instrumento. Arma, cuando se lucha contra un enemigo esta vez supuesto-, e instrumento, cuando el hombre busca en la cacería cobrar la presa a distancia, sin tener que arriesgarse.

De los primeros grupos armados con arcos y flechas en las Antillas precolombinas recordamos a los ciguayos de las sierras y las costas de la isla de Samaná, tierra donde nació Rodney. Según Bernardo Vega el llamado Golfo de las Flechas, responde a otro punto samanense  de nuestra geografía que no es propiamente la bahía  sino el norte de lo que era la isla así llamada.  Allí vieron los españoles las primeras flechas, el primer arco americano, y recibieron las primeras punzadas  cuando  sintieron en las nalgas los ataques de rebeldes que rechazaron, a la vez, con el mismo gesto de Rodney, a los que consideraban enemigos como Fernando Rodney los consideraba de manera simbólica no antes de la guerra deportiva, sino luego.

La tradición samanense del arco y la flecha parece reverdecer con el gesto de flechar los cielos, gesto  al cual todos los dominicanos nos unimos. Las dos raíces, la cocola y la africana, parecen fundirse en un gesto caguayo, deportivo que a la vez, porque es también mestizo, mulato, parece identitario y patriótico. Por algo Fernando Rodney nació en Samaná, y carga en su vida con la tradición marinera de un pueblo de personalidad propia que tiene la voz libertaria que asoma entre el mar y las montañas.

La otra tradición, la del plátano llamado “quimbo” en lenguas del Congo, oriundo de África al través de Canarias, completa en Fernando la imagen bélica-deportiva. El creciente grupo de fanáticos deportivos que desde los primeros días del campeonato mundial de béisbol entendió el mensaje del formidable lanzador, fue creciendo hasta convertir el plátano en  signo bélico, y darle un sentido mayor representado por  el del mangú afro-dominicano. Junto a las referencias al condumio local llegaron mucho antes las denominaciones del machete como quimbo, palabra que se daba en Cuba cuando era arma usada en la manigua, y que los soldados aplicaban al instrumento de trabajo convertido en arma de guerra.  El uso de la palabra quimbo  formó parte de una nueva concepción antillana en la isla de Santo Domingo, donde la migración cubana fue siempre numerosa en el siglo XIX, y el machete tiene su historia de trabajo y lucha social. Pero en vez del machete fue ya un arma con pólvora en las entrañas. Entre nuestros militares de campaña, entre nuestros alcaldes pedáneos, entre nuestros usuarios civiles munidos de fama y valor, el revólver de gran tamaño, pasó a llamarse igualmente quimbo.

En el momento en el que Rodney se colocó el plátano en la cintura frente a millones de observadores gozaban frente al televisor, asumió sin darse cuenta una heroica tradición bélica de las Antillas. Fijó gestos que no son inventos de la imaginación, sino supervivencias explicables.

Las viejas herencias, costumbres e identidades escondidas, emergen un día, están de algún modo sumergidas, entonces comprendemos que debajo de las yaguas del pasado, hay grandes alacranes que nos explican cómo hemos vivido, entre picadas y momentos de vida; muerte, deportes y cotidianos hechos, que son al parecer de poca importancia pero que representan formas vivas del pasado, El triunfo, sea deportivo o libertario, resucita el pasado y proporciona un nuevo sentido a la historia cotidiana que se manifiesta como si se escondiese hasta que un gesto simple la convirtiera en expresión de momentos de pasión.

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