jueves, 25 de noviembre de 2010

Nadie Habla En Nombre De Haití... (IV)

Al ver mis entradas clamando por voces autorizadas que hablen en nombre de los  olvidados  haitianos, el más grande escritor clásico decidió dedicarar seis cantos imitando el título de mi serie...

Homero Habla En Nombre De Haití...



1 Canta, oh musa, la cólera desatada sobre Haití; cólera funesta que causó infinitos males a los haitianos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves — ¿cumplíase la voluntad de dios?—desde que se separaron disfrutando su libertad, oh! rey de hombres, divino poderoso.

8 ¿Cuál de los dioses generó tamaña desgracia entre estos pobres mortales? ¿O fueron fuerzas de imperios que generaron tanta indiferencia? Airados reyes de pueblos suscitaron en la infortunada nación, maligna peste y los hombres perecían por el ultraje que el imperio mayor infiriera al guía  de este. Porque  el, deseando redimir a su pueblo, habíase presentado en las polvorientas calles aquellas con un inmenso ataque y las ínfulas del sometedor nevado que pretendía desde su áureo cetro mantener oprobio en las manos ,fueron aplacadas; y a todos los haitianos, y particularmente a los dos otros líderes, caudillos de pueblos, así les suplicaba:

17 — ¡Haitianos valientes de hermosas tierras! Los reyes poseen olímpicos palacios;  permítanme guiarlos y así destruir la ciudad de los Príncipes y regresar felizmente a la patria nueva. Poned en libertad a mis hermanos y recibid el regalo supremo, promoviendo al hijo liberto, al disfrutador completo de la condición humana.

22 Todos aquellos aprobaron a voces que se respetase al hombre haitiano y se admitiera el espléndido logro; más el rey de imperios, a quien no plugo el acuerdo, les mandó funesto mensaje enhoramala con amenazador lenguaje:

26 —Que yo no te encuentre, caudillo, cerca de las cóncavas naves, ya porque demores tu partida, ya porque vuelvas luego; pues quizá no te valgan el cetro y las ínfulas del rey pero a aquéllos nacidos esclavos no los soltaré; antes les sobrevendrá la vejez en mi casa, detrás de rejas, lejos de su hogar o trabajando en el azúcar y compartiendo mi soberana decisión. Pero has de prepararte; me irritaste y para poder irte sano y salvo te doy a ti oh, Rebelado entre los hombres, la oportunidad de rendirte y servirme con juramento hasta que mueras.

33  Así dijo. El caudillo no sintió temor y obedeció el mandato de su corazón. Sin desplegar los labios, fuese por la orilla del estruendoso mar, y en tanto se alejaba, dirigía muchos ruegos al soberano pueblo, hijo de esclavitud, pensando en la hermosa libertad...

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