miércoles, 10 de noviembre de 2010

Sortilegio...


Algunos recuerdos marcan significativamente el alma, por ser como son, huellas hermosamente petrificadas; fósiles que se prestan a su redescubrimiento y estudio. Esas excavaciones del espiritu en su mayor parte son autorrealizadas, contienen un disfrute indescriptible para las palabras, miel deliciosa para el oído interno, susurros sensitivos que levitan estados anímicos; armonías que  como caricias excitan la piel que en relajante erizo nos transportan a estadios astrales… y  ayer, lo abstracto me arrebató, de un tirón enigmático me conformó: y fuí persona por un instante…

Eran los inicios de la  semana santa del año 1984, cuando deseos adolescentes describían mis aspiraciones y las ironías de las realidades no habían aplastado la ilusión ingenua de los maravillosos dieciséis; una vecina llegó a mi casa pidiéndome que por favor le cuidara su vivienda, pues se iría al día siguiente para su pueblo de nacimiento y acepté gustoso; la idea de pasar la semana santa viendo televisión en su hogar me dominaba, estaba interesado en ver una serie científica que desde hacía más o menos quince días  anunciaban pomposamente y según la publicidad había roto récord de audiencia en el mundo occidental. Yo, apasionado de la física desde el último año de la primaria, no podía tener una oportunidad mejor.

Y sucedió. Pero mucho más de lo que esperaba; la serie transcurría día a día a las ocho de la noche y yo sentía un despertar indecible, un estremecimiento que me llevaba a un temor que al pasar los tiempos cristalizó. Carl Sagan estaba ahí, explicando, describiendo, divulgando… y yo absorto.  La belleza del universo se hizo ciencia a mis ojos ¿puedo decir lo que sucedió en mi interior? ¿Existen palabras para expresarlo? Imposible, los idiomas son finitos. “Puso el universo al alcance de todos” decía un periódico local.

Lo que hacemos y lo que pensamos en el transcurso de nuestra vida  nos conforma. Los iconos aparecen y sirven como paradigmas.

Ayer se cumplió el año setenta y seis del nacimiento de Carl Sagan. Muchos pueden decir más de él que lo que yo puedo escribir en un pequeño rinconcito del espacio virtual. Pero nadie puede decir como yo lo que significó para mí ver su documental Cosmos (años después supe que llego tardíamente al país)  y si mi imaginación no me traiciona y sin tener ninguna muestra a mano que lo avale, solo el aspecto emocional que en este momento me abruma, puedo inferir que millones de jóvenes pertenecientes a países de nivel económico similar al de mi media isla fueron afectados positivamente por las clarificadoras palabras sobre ciencia expuestas por Carl Sagan.

Que grande fuiste; que grande eres.

2 comentarios:

Mabel G. dijo...

Carl Sagan ha marcado rumbos a una infinita cantidad de personas. "Cosmos" fue algo excepcional, estoy de acuerdo contigo, Soy.
Un saludo afectuoso

soy... dijo...

Así es, y gracias por comentar en mi reabierto sortilegio.

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